Resulta paradójica la mítica frase «la homosexualidad es antinatural» cuando el reino animal está plagado de especies que la practican. Concretamente hasta 1.500, según estudios científicos.
Que los animales se aparean, cortejan o mantienen relaciones sexuales con especies del mismo sexo, es una realidad. Sin embargo, hablamos más de «comportamientos sexuales» que de una orientación, ya que no se puede preguntar a un animal cómo se siente.
La homosexualidad en animales siempre ha sido un tema polémico porque muchas personas creen que podría influir en el «eterno debate» sobre la homosexualidad humana. Sin embargo, quienes se oponen a reconocerla suelen argumentar que el comportamiento animal ‘no cuenta’, porque sostienen que la orientación sexual en humanos es un «asunto moral». Esta postura revela cómo la homofobia conduce a ignorar o minimizar hechos empíricos de la naturaleza, para una vez más, sostener prejuicios.
La homofobia en este ámbito ha sido tan fuerte que incluso científicos que habían observado estos comportamientos entre animales en sus investigaciones, evitaron publicarlos. El silencio y el sesgo informativo también son formas encubiertas de homofobia.
En innumerables ocasiones el sexo no se ha considerado como tal, por el mero hecho de no tener como fin la procreación. Pero en algunas especies de simios, las hembras se frotan el abdomen entre sí cuando sus órganos sexuales se hinchan. El caso del bonobo —también llamado ‘chimpancé enano’— es especialmente notable, pues se le considera uno de nuestros parientes más cercanos y una especie claramente bisexual. En los bonobos, el sexo cumple un rol que va más allá de la reproducción (¡sorpresa!): es una herramienta para la cohesión del grupo y la resolución de conflictos. De hecho, el coito oral y anal entre machos es un método habitual para restablecer la paz.
Hacemos un repaso por algunas especies con comportamientos bisexuales y homosexuales:
Sin irnos muy lejos, el perro. Su homosexualidad está probada por numerosos estudios científicos, sobre todo entre machos.
Los delfines machos son bisexuales. Han sido observados manteniendo juegos sexuales, a la espera de una hembra sexualmente receptiva.
Los elefantes mantienen gestos de afecto entre el mismo sexo, practicándose de igual forma que entre distintos sexos; entrelazar las trompas y juntarlas con la boca entre otras. Además, aquellos que están en cautividad, son más propensos a mantener este tipo de prácticas.
Las relaciones homosexuales son frecuentes también en el macaco japonés, aunque su intensidad varía entre grupos. Las hembras forman ‘parejas de consortes’, vínculos caracterizados por comportamientos afectivos y sexuales. Normalmente están asociados a la formación y el mantenimiento de estos lazos.
Los patos suelen formar parejas macho-hembra únicamente hasta el momento en que la hembra pone los huevos, tras lo cual el macho se retira. Diversos estudios señalan que estas aves registran niveles inusualmente elevados de interacción sexual entre machos, que en algunas poblaciones pueden alcanzar hasta el 19% de los apareamientos observados.
El caso de los pingüinos es muy conocido. A comienzos de febrero de 2004, The New York Times informó sobre una pareja de pingüinos macho del zoológico de Central Park, en Nueva York, que no solo había formado un vínculo estable, sino que también logró criar con éxito a una cría hembra a partir de un huevo. Casos similares de emparejamientos entre pingüinos del mismo sexo han sido registrados en otras instituciones de la ciudad.
La presencia de comportamientos homosexuales en numerosas especies animales evidencia que la diversidad sexual forma parte natural del mundo vivo. Apelar a la biología para justificar la homofobia no sólo es incorrecto, sino que también crea una distorsión del conocimiento científico. Del mismo modo, reducir la complejidad biológica a una visión estrictamente binaria de ‘macho’ y ‘hembra’ ignora décadas de investigación. La ciencia, lejos de respaldar prejuicios, revela un panorama mucho más diverso que invita a la comprensión y al respeto.





