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¿Te das queer?: Una historia del humor LGTBIQA+ en España

El humor siempre ha sido un buen termómetro de la libertad de un país. En España, no ha sido hasta hace relativamente poco cuando la gente del colectivo por fin se está desplazando de ser el blanco de los chistes a sujetos que cuentan su realidad a través de monólogos, sketches o viñetas. Repasamos los últimos años de comedia y diversidad como pareja artística en nuestro entorno

Comunidad Natalia Meléndez Malavé
Mari Carmen y sus muñecos con el León Rodolfo, personaje gay.
Comunidad Natalia Meléndez Malavé

Según el último informe del Observatorio de la Diversidad en los Medios Audiovisuales (ODA), «el drama sigue siendo el género con mayor presencia de personajes LGBTIQA+, seguido, cada vez más de cerca, de las comedias y las comedias dramáticas». La ficción actual no parece reflejar del todo la riqueza que ha aportado el ámbito queer a nuestro panorama humorístico, presente no solo en series y películas sino también en otros formatos que constituyen un vehículo propicio para la risa.

Así, quizá a finales de los 70 y principios de los 80 el público no era muy consciente de cómo en programas de audiencia masiva como el célebre concurso ‘Un, dos, tres’ ya aparecía un Raúl Sénder que se travestia en prime time, haciendo de Moyra, la hermana de Mayra Gómez Kemp, de Cleopatra o de cocinere (sí, terminado en e ya en 1987), aunque eclipsado por los omnipresentes ‘chistes de mariquitas’ de Arévalo y compañía, que han quedado como símbolo de la época. Tampoco se sabía apenas sobre la vida privada de los humoristas en plantilla del programa como el propio Sénder o, más tarde, el también malagueño Ángel Garó, hasta que años después apareció en entrevistas en otros espacios televisivos. Algo parecido ocurría con Lina Morgan, los rumores sobre su sexualidad corrían, pero ella siempre representó en cine y teatro a un personaje hetero y nunca comentó públicamente nada sobre este aspecto de su vida, que sigue siendo tabú. Quizá lo más rompedor de su carrera en cuanto a subversión de convenciones de género fue su mujer barbuda en el filme ‘Una pareja… distinta’ (José María Forqué, 1974) donde se empareja con un travesti interpretado por José Luis López Vázquez.

Pero si hemos de resaltar un paso verdaderamente pionero en aquellos años de la Transición se lo debemos a Mari Carmen y sus muñecos, insustituible en los programas de galas del fin de semana, con su personaje abiertamente gay, el dulce y tierno León Rodolfo. Quizá es el menos recordado de los títeres de la ventrílocua, muy querido en México, donde lo creó inspirada por amistades suyas, según contaba, aunque en España fue su carácter menos recurrente.

Cartel de ‘Una pareja… distinta’, protagonizada por Lina Morgan.

Otro clásico del humor televisivo era, sin duda, el especial de Nochevieja, donde brilló durante varios años entre finales de los 80 y principios de los 90 el dúo Martes y Trece. En aquellos espacios, Millán Salcedo interpretó sketches aún míticos como el controvertido ‘Maricón de España’. En él, un personaje con una estética entre Miguel de Molina y El Titi proclama a viva voz su homosexualidad: «siete letras como siete días trae la semana, porque soy maricón». Hay quien ve la cancioncilla como una excusa para la burla hiriente en los crueles patios de los colegios noventeros, pero hay quien también ve un grito del colectivo apropiándose del insulto. Así lo podemos entender, para un Millán aún ‘armarizado’ en esa época, que encontraba en la imitación y la parodia la posibilidad de expresarse a través de sus personajes.

Jorge Cadaval, mitad de Los Morancos, es de los cómicos más visibles y activistas

Alguien que sí empezó a hacer algunas referencias a su homosexualidad en una época en la que aún resultaba estigmatizante fue Moncho Borrajo, genial en la improvisación e interacción con el público, que en su faceta de novelista ha escrito obras con contenido gay como ‘Pavana para una infanta difunta’ (Egales, 1990). Pero seguramente uno de los cómicos más visibles y activistas haya sido Jorge Cadaval, mitad del dúo Los Morancos. Su boda en 2007 con el actor Ken Appleton apareció en la revista Hola!, algo muy refrescante si lo comparamos con las respuestas evasivas que otros cómicos tenían que dar no mucho antes cuando se les preguntaba por su identidad y por cuestiones sexo-afectivas. Un paso importante fue su recordado sketch de celebración y orgullo ‘Pluma, pluma gay’, parodia basada en el hit ‘Dragostea din tei’, éxito del grupo moldavo O-zone en 2003, emitido en el programa de Canal Sur ‘Moranquissimo’ al año siguiente y que contenía estrofas a modo de himno empoderador como:

Valor, a la luz
si eres un gay tú
piénsalo (piénsalo)
es tu vida y si dicen po que digan

La humorista trans Elsa Ruiz.

Opacadas, como en otros ámbitos de la sociedad, por el protagonismo de la G y por una doble marginación -por dedicarse a un campo artístico minoritario y denostado como el humor y pertenecer a colectivos más excluidos, como el hecho de ser mujer en el caso de la L- otros grupos de la comunidad conseguían una representación más tímida. Ya a principios de los 2000, aparece en la sitcom ‘7 vidas’ el personaje de la actriz Diana Freire, lesbiana con protagonismo y visibilidad contundente, interpretada por Anabel Alonso. El público quizá solo supo más tarde, cuando Alonso habló de su matrimonio con la dramaturga Heidi Steinhardt y su maternidad en 2020, que personaje e intérprete compartían no solo profesión sino orientación sexual.

Pero no fue hasta la diversidad propiciada por el éxito en España de los shows de monólogos, las redes sociales y los pódcasts que el abanico del humor se abrió ampliamente para todas las letras del colectivo que utilizan como material cómico su reivindicación. La bisexualidad en el humor patrio actual está representada por nombres como Paula Púa, guionista y monologuista, que bromeaba así con su identidad bi en su cuenta de la red X: «que solo me rechace un género me sabe a poco»; también Patricia Galván, Perra de Satán (Beatriz Cepeda) o Carolina Iglesias -conocida primero en internet como @percebesygrelos- convertida en una de las humoristas más influyentes desde su pódcast ‘Estirando el chicle’ y otros proyectos en radio y televisión (y no exenta de controversia por haber invitado al espacio sonoro que conduce junto a Victoria Martín de la Cova a Patricia Sornosa, monologuista agresivamente tránsfoba, lo que desató el rechazo del fandom por alentar discursos de odio). Precisamente, el colectivo trans cuenta también con una gran cómica como Elsa Ruiz, youtuber e ilustradora, que a través de sus espectáculos de stand-up comedy y sus vídeos en redes narra, casi siempre con una perspectiva humorística, su experiencia como mujer trans y la realidad de las personas queer, con aportaciones tan agudas como esta: «estoy teniendo una transición tan bonita, que ya le hubiera gustado a España». También expresa sus inquietudes sobre género a través de la comèdia Març Llinàs, guionista del programa ‘Està Passant’ de 3Cat y formador sobre temas queer, que relata su proceso de transición en su podcast ‘Mòbil, Cartera, Claus’ en Radio Primavera Sound. Asimismo, Vidda Priego, guionista, intérprete y coach teatral trans no binaria usa el humor en sus monólogos y vídeos para visibilizar el no-binarismo.

El colectivo trans cuenta también con una gran cómica como Elsa Ruiz

En ese marco que proporciona internet y que permite romper barreras para llegar sin intermediarios a encontrarse con el público, une creadore de contenido no binaria y bisexual como Soy una pringada (Esty Quesada) muestra su admiración en YouTube por grandes referentes como John Waters o Divine. Y en los últimos tiempos desde el ámbito del pódcast se aúna humor y diversidad con fuerza, enfatizando el activismo y dando voz con una particular ironía a las preocupaciones de la comunidad: la ya nombrada Carolina Iglesias, Nerea Pérez de las Heras o Enrique Aparicio (Esnórquel) son ejemplo de ello. Y habrá que estar muy atentas a las figuras que despuntan como la cómica y guionista Laura del Val, que se presenta con esta frase: «represento a tres colectivos minoritarios: soy cómica, lesbiana y de Burgos», y que bien podría seguir la estela de jefazas internacionales como Hannah Gadsby o antes Ellen DeGeneres.

Es necesario hacer un aparte en el mundo drag, pues entre ellas brilla una tipología que el público adora, las ‘comedy queens’. Esas drags deslenguadas, simpáticas y burlonas, que en España cuentan con una gran representación en nombres como Samantha Ballantines o Pupi Poisson. Sin duda, el mundo del que proceden las drag queens, aquellos shows de travestis y transformistas en cabarets o salas de fiesta, en los que se interactuaba con el público mucho antes del ahora ubicuo ‘crowd work’ (shows de monologuistas en los que comediantes hacen mofa de la audiencia), propiciaban la risa como vía de expresión. Una tradición que entronca con figuras descacharrantes como La Pavlosky o Paco Clavel, con esa genialidad trash y camp cuyo testigo recogen desde una Samantha Hudson hasta una Supremme de Luxe y del que bebe también el mundo de Los Javis, cuyo humor merecería un artículo completo.

La Traca, humor gráfico que insinuó que Franco era gay.
Entre las drags brilla una tipología que el pública adora: las ‘comedy queens’

Pero, más allá de la comedia escénica y audiovisual, ¿qué pasa con una de las formas más tradicionales de sátira, el humor gráfico? En la España de la Guerra Civil el humor gráfico usaba la homosexualidad de una manera peyorativa, como en las caricaturas publicadas por el semanario La Traca que insinúan que Franco era gay, estudiadas por los profesores de la Universiat de València Antonio Laguna Platero y Francesc A. Martínez Gallego: «ser sospechoso de homosexualidad entre los militares golpistas, no solo podía ser motivo de burla o desprecio, sino de algo mucho más grave». Vallejo Nájera, el psiquiatra nazi del fascismo español, afirmaba en sus tratados de 1944 y 1952 que la homosexualidad era una desviación de la raza, provocada por enfermedades mentales desarrolladas durante la II República, que había que eliminar de raíz, lo que dio lugar a la famosa ley de 1954 para reprimir «a vagos y maleantes». Este intento de sorna adornando con rasgos queer al dictador hacía, pues, un flaco favor a una comunidad por entonces oculta y perseguida, que por supuesto lo seguiría estando en los siguientes 40 años. Ya en la Transición y con la movida, emergen algunas figuras, como el dibujante sevillano Nazario, que publicaba sus historietas de temática homosexual en la revista El Víbora. En todo caso, está por estudiar la representación del colectivo en las viñetas, cuyo último fenómeno editorial puede ser el cuaderno para colorear ‘El niño Jesús no odia a los mariquitas’, del sello Fandogamia, ejemplo de humor y reivindicación social, que fue, como resume el Informe Tebeosfera 2024, «el centro de una gran polémica al ser etiquetado como producto infantil por una distribuidora y por ser confundido con un cómic para niños por ciertos medios de comunicación, lo que ocasionó una querella de la fundación ultracatólica Abogados Cristianos que, finalmente, sería archivada».

Mientras se lucha contra estos coletazos de LGTBIfobia, las nuevas generaciones vienen arrasando en TikTok (Laura Casquero, Celia Cabaleiro, más conocida como Horteraza, Isa Tofu, Germán Sánchez GER o Xuso Jones cuentan a sus seguidores por miles). El humor es inseparable de su contexto, siempre va con su tiempo y afortunadamente parece desplazarse hacia un horizonte en el que, si es el propio colectivo el que se ríe de sí mismo desde dentro, sin duda la comedia es la reina.

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