Vivimos a toda velocidad, y eso se traslada inevitablemente a la forma en la que vestimos y en la que nos expresamos. La hiperconexión en redes sociales ha redefinido los códigos de consumo y cómo percibimos la moda. Mientras que algunas categorías del sector se han visto beneficiadas de este ritmo frenético de información al que estamos expuestos, a otras les ha pasado factura.
Un ejemplo claro es el lujo, que tradicionalmente se cimentaba en la exclusividad, y tras el fenómeno viral de TikTok ha comenzado a perder su halo místico. Seguro que tú, que estás leyendo estas líneas, te has topado en más de una ocasión con piezas tan exclusivas como un Birkin de Hermès o un Timeless de Chanel en alguna plataforma social a golpe de scroll. Esta realidad, junto a otros factores macroeconómicos y sociales, ha fomentado una significativa caída del gasto en bienes de lujo, un 2% en 2024, según el estudio anual sobre el lujo realizado por la prestigiosa consultora Bain & Company.
El valor de sus orígenes
Los consumidores se han cansado. Y se puede observar a través de diferentes informes de la industria la tendencia de apostar por moda con un enfoque más profundo, valorando la conexión personal y la resonancia emocional de cada prenda por encima del producto en sí mismo. Ya no se trata solo de grandes logos, ahora vivimos en un mundo en el que el punto álgido de la exclusividad se encuentra en lo hecho a mano, en la artesanía. El sector de la moda está recuperando, en cierto modo, el valor de sus orígenes, elevando la artesanía a la categoría de lujo consciente, valorando lo único, lo culturalmente significativo y el tiempo invertido en cada pieza.
Un producto hecho a mano ofrece trazabilidad, sostenibilidad y, sobre todo, una historia que comienza con el artesano y se transfiere a quien lo posee, casi como un legado. Como declara Cristina Aguirre, creadora de Himar, una marca de moda que se centra en el bordado y nace de la necesidad de crear una comunidad que busca calma: «En la moda artesana hay un vínculo real entre quien crea y quien compra. Hay una conexión humana, un respeto entre el consumidor y el creador. Eso es lo que marca toda la diferencia. La moda artesana conecta con algo más emocional, más humano».
Vacía la Nevera es una marca de joyería contemporánea artesanal nacida en Madrid de la mano del diseñador Rubén Morales
Exclusividad, autenticidad cultural y sostenibilidad: los tres pilares del consumo moderno
Su propia historia
Se trata de una buena forma de equilibrar nuestro armario o tocador ya que, frente a la producción en serie, cada bordado o cada martillazo en el metal contiene una ligera e intencionada imperfección, que es el sello de autenticidad de esa prenda o joya. Ante este escenario, el consumidor no solo está comprando un objeto, sino una narrativa, tal y como señala Rubén Morales, creador de la firma de joyería Vacía la Nevera. «Cada día me pongo el delantal y me siento a la mesa del taller para crear con pulso cada una de las joyas. En el proceso de seguetear el metal, soldar las diferentes partes o esmaltar, suceden momentos que hacen que cada diseño tenga su propia historia», declara Rubén, enfatizando el carácter autobiográfico de cada creación.
La artesanía no solo ofrece al consumidor una cuestión de estética, también es la categoría que mejor representa el enfoque de sostenibilidad en la industria. Cada pieza artesanal es un baluarte contra la homogeneización cultural, un testimonio vivo de identidades locales y una inversión en el talento humano. En palabras de Rubén Morales, cada pieza refleja «paciencia, dedicación y creatividad. Más que un trabajo, es la forma de mantener viva una tradición y transmitir emoción con lo hecho a mano».
Himar, una marca que se define como artesanía textil con alma de mar, y su propuesta está centrada en bordados únicos y personalizados
Mantener el alma
Así es cómo la artesanía se está consolidando como una categoría cada vez más sólida en la industria. Más allá de las cuestiones que tienen que ver con el contexto actual, se puede decir que su estructura cumple con los tres pilares del consumo moderno: exclusividad, autenticidad cultural y sostenibilidad. Pero todavía existen muchas oportunidades para el sector, ya que, según declara Cristina Aguirre, el futuro está en unir lo ancestral con lo contemporáneo. «Mantener el alma de lo hecho a mano, pero contarlo de nuevas formas, usar la tecnología para conectar, no para sustituir». Una visión que sugiere cómo los talentos artesanos no solo nos ayudan a homenajear las técnicas ancestrales del pasado, sino que aportan un motor de innovación y un camino hacia un futuro más consciente y enriquecedor para la moda.







