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Así ha cambiado el gasto LGTBI: El país que gana, sufre y… gasta

El colectivo, que afronta los mismos retos económicos en materia de trabajo o vivienda, tiene una mayor inclinación hacia los productos novedosos y un impulso histórico hacia el turismo

Comunidad José María Camarero
Ilustración: Sr. García
Comunidad José María Camarero

Es el estereotipo, el tópico o el cliché más acentuado en un grupo social que tiene una fuerza económica similar a la de un país entero parecido a Japón: se divierten más que el resto, viven en mejores condiciones, no tienen preocupaciones por el dinero… Vamos, que gastan más que nadie y sin mirar atrás. Como si no hubiese mañana. Pero como todo buen patrón, achacar al colectivo LGTBI un fuerza de gasto infinita presenta tantos matices, variantes y excepciones que, al final, acaba siendo diluida y muy alejada de la realidad por la que atraviesa buena parte de ellos.

Nadie puede negar que su capacidad de gasto podría -en condicional- verse impulsada por la realidad que tensa los presupuestos de cualquier familia: los niños. Cuidar a un bebé, un pequeño, un adolescente o un universitario conlleva un ingente presupuesto que tampoco escapa ya a gays, lesbianas o cualquier miembro del colectivo. Porque cada vez hay más parejas, o padres solteros, que viven esta situación y que también ven mermados sus ingresos por la manutención de los menores. Criar a un hijo o una hija llega a suponer entre 120.000 y hasta 300.000 euros en España. Independientemente de la familia que sea. O no. Porque incluso las LGTBI tienen que asumir mayores costes por las condiciones de una vida que no siempre es fácil.

Por ello, roto el primer estereotipo, el de que como no tienen hijos gastan sin ton ni son, la realidad del colectivo también se ha transformado con el paso de los años. Los dos grandes ‘shocks’ económicos de los últimos años, el de la pandemia en 2020 y el de la subida exponencial de precios de 2022, ha cambiado muchos hábitos que no siempre van ligados al turismo, a la moda o al ocio, los grandes totem vinculados a los gays.

Sus diferencias sociales no son excusa para recordar que también han sufrido los envites de los problemas económicos. ¿Quién no tiene problemas para encontrar una vivienda de alquiler que no le suponga más de un tercio de sus ingresos? ¿A cuál no le cuesta ahorrar para poder adquirir una casa en un futuro? ¿Quién no ha tenido problemas para llegar a fin de mes? ¿A cuántos les surgen dudas con los impuestos, los gastos extraordinarios o unos recibos mensuales que no se resisten a bajar? Son cuestiones que también se plantean en el seno de cada casa, poniendo encima de la mesa soluciones de todo tipo para salir al frente.

-6.140€ es la diferencia de renta media anual que perciben de menos los hogares LGTBI en España en comparación con el resto de hogares (un 18% menos)

Rentas moderadas, impulso laboral

Solo un dato también diluye buena parte de estos estigmas: las familias del colectivo LGTBI tienen una renta media de 26.076 euros al año, un 18% menos que los 32.216 euros que ganan el resto de hogares españoles. Esta ha sido una de las conclusiones del último informe ‘Estado Socioeconómico LGTBI+, Estado LGTBI+ 2023’ realizado por la empresa demoscópica 40dB para la Federación Estatal de Lesbianas, Gays, Trans, Binarios, Intersexuales y más (FELGTBI+).

Esta desigualdad puede estar vinculada, según relata el informe, a la discriminación, ruptura de relaciones familiares y expulsión del hogar que muchas personas de este sector de la población sufren a edades tempranas, lo que acaba perjudicando a su formación educativa y trayectoria laboral.

Los gays son el grupo que mantiene una mejor situación económica, seguidos de las familias compuestas por lesbianas y personas no binarias. En el lado opuesto, las familias con personas asexuales son las que menos ingresos anuales obtienen de todo el colectivo
LGTBI y el grupo trans.

Parte de estas cuantías chocan con otra realidad que sí se da entre el colectivo: tienen una mayor tasa de empleo, un menor ratio de paro y más vinculación al autoempleo, a ser emprendedores y autónomos. La tasa de ocupación es en ocasiones hasta 15 puntos más en comparación a la ciudadanía activa en España. Y esta brecha es aún mayor cuando hablamos de jóvenes. Lo mismo ocurre en el caso del paro, con una tasa de desempleo que entre los LGTBI es inferior a la del resto de hogares.

Criar a un hijo o una hija llega a suponer entre 12.000€ y hasta 300.000€ en España independientemente de la familia que sea

Más premium y más novedades

Y cuando gastan, como todos los públicos, tienen sus preferencias. El consumidor tipo LGTBI tiende a dejarse más en su cesta de la compra y es más sibarita que el heterosexual, ya que incluye un mayor porcentaje de «premium», según los estudios de varias consultoras. La radiografía de este tipo de cliente apunta a que también está más abierto a incluir en su cesta las novedades que aparecen en el lineal y se suma a la compra por Internet con mayor facilidad.

Los hábitos de consumo de este público reflejan una especie de mezcla de indulgencia, carácter deportista y estilo de vida activo, y en sus compras son más habituales productos como las bebidas alcohólicas de alta graduación, las isotónicas y las energéticas. Y también muestran una mayor propensión al culto al cuerpo y cierta tendencia a ponerse a dieta por criterios tanto de salud como estéticos, por lo que el consumo de frutas y hortalizas también es más elevado.

Su realidad social es diferente en muchos casos a la de los heterosexuales y como en su día a día están más expuestos a la discriminación, las marcas también lo tienen en cuenta a la hora de satisfacer sus demandas y necesidades.

Un país… para viajar

Si el colectivo LGBTI fuera un país sería la tercera o la cuarta economía mundial. Así lo expone el último informe ‘De LGBTI 350 a LGBTI 400: Orgullo y rendimiento empresarial’, publicado por Credit Suisse. El banco estima que entre el 5% y el 10% de la población mundial es LGBTI y tiene unos patrones de gasto similares a los del resto de consumidores, con lo que su PIB se situaría entre los 2,7 y los 5,2 billones de dólares. Por ponerlo en perspectiva, el PIB de Japón (tercera economía mundial) en 2019 fue de 5 billones de dólares, según el Banco Mundial.

Y a nadie se le escapa que en un contexto económico en el que el turismo ha tomado fuerza en términos generales, en el mundo LGTBI, lo ha hecho aún con más fuerza. De hecho, España se ha convertido en un puntal para el turismo gay internacional y afronta la temporada de invierno 2025/2026 como destino favorito en Europa y con buenas perspectivas desde mercados lejanos como Estados Unidos, China o Brasil, impulsado por la fortaleza del gasto, la alta fidelidad del viajero y la mejora de la conectividad aérea, según se desprenden de los ‘Informes de Tendencias de los Mercados Emisores’, elaborados por la Red de Consejerías de Turismo de España en el exterior de Turespaña. El país lidera los índices de consideración, intención de viaje y satisfacción en la mayoría de mercados analizados.

De hecho, cada vez más administraciones públicas se adhieren a iniciativas como la Red Española de Destinos por la Diversidad, una alianza de turismo inclusivo que promueve el respeto a la comunidad LGTBIQ, la inclusión y la celebración de eventos de atractivo turístico relacionados con ella.

La pertenencia a esa red implica además que se facilite un ambiente seguro, acogedor y libre de discriminación para todas las personas. Es una de las bazas de los alcaldes de todo tipo de poblaciones para atraer el turismo y la economía LGTBI. Eso supone un elemento diferenciador de cara a captar un tipo de turismo como el de las personas lesbianas, gais, transexuales, bisexuales, intersexuales, queer y otras que cada vez es más importante como factor económico. De ahí que desde la red se promueve la sensibilización de empresas del sector y hoteles de cara a la igualdad de trato a este colectivo y la defensa de la diversidad. Además, este tipo de iniciativas contribuyen a desarrollar destinos más abiertos, seguros y competitivos, lo que se transforma tanto en riqueza cultural y progreso para la ciudad que los acoge como en una ventaja económica.

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